Nos vemos en otra vida

Los hermanos Sánchez-Cabezudo (La zona) adaptan la novela de Manuel Jabois, Nos vemos en esta vida o en la otra. Al igual que el libro, la miniserie presenta los hechos a modo de entrevista y desde el punto de vista del protagonista, Gabriel Montoya. Para ello, ofrece pequeños saltos temporales, lo que ayuda al espectador a poner todo en contexto e intentar sacar conclusiones, a pesar de que el relato no lo haga.

El discurso frío e indiferente de Baby choca con el sufrimiento de los familiares de las víctimas y descubre una o varias historias de desapego, de soledad, de indolencia y de delirios mentales. Cada una de las fichas que aparecen intervienen en el efecto dominó del relato. Así, quien más quien menos, recibe su parte de culpa en los preparativos del sangriento ataque.

El guion se desenvuelve en un ambiente hostil de violencia callejera y trapicheos de barrio. Allí, el dinero es el motor de unas existencias baratas y unos sueños utópicos. Sin embargo, es el deseo de tenerlo lo que provoca el sinsentido del tráfico de drogas, de armas y, al final, de explosivos.

Una triste confesión que no busca justificaciones ni pretende engatusar a su audiencia. A través de un rodaje que procura la cercanía con sus personajes, la audiencia puede elegir si entrar en el cochambroso mundo de Gabriel y compartir escenario con sus mezquinos personajes o mantenerse al margen.

Si decidimos no ver Nos vemos en otra vida no nos perdemos nada. No obstante, si la vemos nos queda la certera sensación de que en cualquier momento, otras vidas cualesquiera pueden desatar el caos y la violencia sin que nadie pueda impedirlo.

Firma: Mar Pons