The Ark

Al creador de The Ark, Dean Devlin, parece que le gustan los géneros de aventuras y de ciencia-ficción. Ha participado en títulos como Independence Day, Godzila, Almost Paradise o Stargate: puerta a las estrellas. The Ark incluye todos los ingredientes que acostumbran a tener sus ficciones: buenas dosis de acción, un guión entretenido (y poco creíble) y personajes heroicos (entre otras cosas).

En este caso, nos encontramos ante un escenario en el que, a pesar de estar acotado (una nave espacial en travesía), los recursos son infinitos y las sorpresas también. El guion combina la imaginación y la creatividad. La tripulación del Arca 1 se las ingenia como Robinson Crusoe en su isla: no hay incidente que no tenga solución y cualquier cosa es posible para lograr la supervivencia (desde succionar hielo de un cometa hasta hacer fructificar un huerto).

Durante la aventura, los conflictos y las adversidades se suceden continuamente, incluso se superponen. De esta manera, la audiencia solo debe dejarse llevar por la nave interestelar que, aun dañada, puede soportar velocidades «superlumínicas».

Como su historia, los personajes también resultan algo prefabricados, pero no por eso menos útiles para la historia, de hecho, encajan a la perfección en el contexto que nos plantea Devlin. En el Arca 1 (una referencia clara la regeneración de la humanidad como en los tiempos de Noé), conviven personas con capacidades únicas y, por ello, indispensables. A esto se suman los prototipos de personalidades habituales: buenas, malas, codiciosas, impulsivas, magnánimas, conciliadoras, vengativas, etc.

Aunque, más allá de todo lo que se relata en The Ark, lo más destacable es su constante exaltación de virtudes como la honradez, la paz, la lealtad, el perdón, el bien común, la superación, la cooperación, etc. Puede que el resultado final no sea merecedor de ningún reconocimiento audiovisual, pero la serie sirve para desconectar, entretenerse y disfrutar con una ficción en la que “el bueno” es quién se lleva siempre el gato al agua.

Firma: Mar Pons