Pongamos por caso que un amigo nos pide consejo sobre el guión de su primera serie. El amigo en cuestión, Anthony Salter, nos explica la siguiente idea: diez extraños aparecen tirados en la playa de una isla desierta con un objeto en la mano. Se despiertan amnésicos y tienen que averiguar quienes son y qué hacen ahí. Lo que ellos no saben es que… (omitimos estas cuestiones por no anticipar la trama).
Lo primero que pensamos –después de escuchar varios detalles coincidentes– es que Tony quedó fascinado con Lost y quiere ser el nuevo J.J. Abrams. Lo segundo (o lo tercero, después de considerar la ingenuidad de su aspiración) es valorar las posibilidades de la idea, que son muchas y buenas. A continuación, no obstante, querríamos hacerle ver que el guión necesita unas cuantas revisiones. Por ejemplo ¿cuál es la trama principal? ¿Cómo hacemos creíbles las reacciones de los personajes principales? ¿No piensas que hay mucho estereotipo? ¿Cuáles son las motivaciones? ¿Con qué finalidad plantas las semillas del misterio? ¿Cierras todas las tramas o lo dejas a la libre interpretación del espectador? ¿Cómo consigues la empatía de la audiencia? ¿Cómo dosificas la información?
A todas esta cuestiones y a otras que no escribimos por no alargarnos, él podría respondernos: “Mira, grabaremos en una isla muy bonita. Con planos generales y aéreos. Utilizaremos los primeros planos para “mostrar” al espectador el sufrimiento de los personajes. Además, usaremos flashbacks para explicar su pasado, etc.”.
Vale. Quizá la parte técnica esté más o menos elaborada (que tampoco mucho) pero debemos recordarle que la técnica no suple la narrativa. Que los grandes clásicos no usaron grandes recursos y se convirtieron en piezas de arte cinematográfico. Insistiremos en que un buen guión no necesita playas paradisíacas. A lo mejor, el guionista nos tacha de anticuados aduciendo que estamos en la era de la imagen y esas cosas. Pero nosotros insistiremos porque la amistad es lo que tiene.
Bien, pues según el resultado que nos ofrece The I-Land, el amigo no consiguió convencer al joven Anthony Salter. Quizá no hubo amigo que interviniera o quizá Salter no quiso escuchar. Lo cierto es que la serie parece un patio de recreo (muy caro y bonito, eso sí) lleno de caracteres inmaduros, irascibles, poco confiables y misterios nada, pero nada verosímiles. Lástima, porque la idea era buena.
Firma: Mar Pons
Género: Serie
Subgénero: Ciencia-ficción
Año: 2019
Cadena: Netflix
Intérpretes: Anthony Lee Medina, Gilles Geary, Kate Bosworth, Kyle Schmid, Natalie Martinez, Ronald Peet, Sibylla Deen
Presentador: -
Diez personas, cinco hombres y cinco mujeres, despiertan en la playa de una isla desierta. Ninguno de ellos recuerda su pasado ni su nombre. Tampoco se recuerdan entre sí. Lo curioso es que visten de forma similar, llevan inscritos su nombre en la etiqueta de la camisa y cada uno de ellos ha llegado con un objeto particular a la isla.
Descubrir por qué están allí y, lo más complicado, sobrevivir a lo que es espera es la misión más importante a la que se enfrenta este grupo de desconocidos.
https://youtu.be/8rMSzvmzCFU
Título original: The I-Land
Creador: Anthony Salter
Director: Darnell Martin, Jonathan Scarfe, Neil LaBute
Guión: Anthony Salter, Lucy Teitler, Neil LaBute
Productora: Netflix, Nomadic Pictures
Duración: 42'
País: EE.UU.
Temporada: 1