El don de Alba

Este remake, que produce Disney para Mediaset, es la adaptación de la serie estadounidense Entre fantasmas, protagonizada por Jennifer Love Hewitt. Es tarea inútil querer averiguar por qué las grandes cadenas españolas se dedican a adaptar exitosos títulos americanos, cuando es bien sabido que, en este país, carecemos de la industria y la capacidad americanas y, además, contamos con unos cuantos fracasos precedentes. Si El don de Alba fuera una serie de creación propia, seguramente, la audiencia no habría sido tan crítica en su estreno.

Es difícil no establecer comparaciones, ya que de eso trata el remake y, aunque se tengan en cuenta los medios, el país y la audiencia a la que se dirige, además de no sentir inclinación alguna hacia la serie que inspira este producto, El don de Alba se queda lejos de ofrecer lo mismo que Entre fantasmas.

Es evidente que, para esta serie, se ha hecho un buen trabajo en decorados y escenarios y se ha cuidado la puesta en escena ofreciendo una ambientación con personalidad. También destaca la mesura y adecuación de los efectos especiales. Pero desentona en todo lo demás.

Los personajes protagonistas no convencen, quizá porque en el cásting todavía predomina el buen físico a la habilidad interpretativa. Lo cierto es que entre tanta cara bonita se echa en falta un dramatismo creíble o, simplemente, un poco de transmisión emocional. Lo que no consiguen los actores, se suple a base de música tan predecible como pegajosa, giros o sobresaltos que se suponen inesperados y rebuscadas tragedias.

Las relaciones entre los personajes se desarrollan sin solidez alguna y se antojan inverosímiles y superficiales. Una vez más, se pretende construir con prisas una historia de amor, una trauma infantil, un don “exclusivo”, una amistad, una batalla interior para afrontar el destino o la superación de los temores más oscuros. Para todo todo ello hace falta tiempo, pero los guionistas se empeñan en proporcionar un entretenimiento tan superficial que olvidan que, a veces, el espectador le pide algo más a la pequeña pantalla.

Firma: Mar Pons