El infiltrado

La cadena norteamericana AMC se une a la británica BBC para llevar a la pequeña pantalla este título de el aclamado novelista John LeCarré. En seis capítulos, de una hora de duración cada uno, la narración se extiende por todo el planeta (incluso España es uno de los principales escenarios). Con la maestría de los profesionales que han dado de grandes títulos televisivos a la BBC, esta ficción dirigida por una mujer, Susanne Bier (En un mundo mejor), no desmerece el paraguas bajo el que se resguarda.

Las filmaciones trepidantes se codean con los necesarios silencios y el suspense. Los entuertos se van tejiendo sin prisas y, con ello, se otorga el tiempo necesario para que el espectador disfrute, entienda y acepte sin concesiones los sucesos venideros. Sin embargo, El infiltrado no resulta lenta y sus pausas buscan la belleza de un escenario, la recreación necesaria de los lazos familiares, el desconcierto de los personajes, etc. Todo tiene sentido y todo tiene un motivo. Y, entonces, llega la acción que nos sumerge en el oscuro mundo de la mafia, el contrabando, las mentiras y los crímenes.

El infiltrado no da rodeos y, quizá, es demasiado explícita en sus exposiciones sangrientas o sexuales, pero no busca el regodeo ni impresionar a traición. Por su parte, los protagonistas –a los que hemos visto en personajes muy diversos– convencen en sus papeles extremos y, a lo mejor para los más puristas, un poco estereotipados.

Esta propuesta es, sin duda, una buena opción que congrega para el público adulto los géneros más cinematográficos –en este caso coincidentes con los literarios– del espionaje y la acción, con toques de romanticismo y una cierta áurea de redención. No falta la invocación pertinente a los profundos anhelos del hombre de cualquier condición y la lucha (tanto interna como externa) por conseguir aquello de lo que nos creemos merecedores. Es, en definitiva, una adaptación que añade la riqueza visual a un buen relato.

Firma: Mar Pons