Gomorra

En 2006, Roberto Saviano saltó a la fama con su novela Gomorra, una desgarradora historia sobre la camorra napolitana. Poco o nada, este joven escritor pudo prever las consecuencias de su éxito. Después de diversas amenazas e intentos de asesinato, Saviano tuvo que abandonar su tierra natal y buscar refugio en los EE.UU.

La tragedia de su escritor, provoca que el espectador vea con más respeto esta serie que emite La Sexta. Así, a pesar de su real crudeza, la cadena no deja de explotar los orígenes de Gomorra para atraer a la audiencia que, en otros países, ha sido abundante y fiel, lo que le ha valido para plantear una segunda temporada.

Gomorra es una serie sobre la mafia italiana, escrita por italianos y rodada en Europa. Dicho lo cual, no se debe esperar el refinamiento americano de, por ejemplo, Los Soprano. En parte, lo bueno de esta ficción es su crudeza, su naturalismo y la suciedad y decadencia de sus escenarios. No cabe esperar belleza alguna, ni siquiera buen gusto, pero es así como consigue ese tono de realidad gris, peligrosa e inquietante que posee la historia.

Gomorra no enfrenta el bien y el mal, sino una maldad contra otra y, en un universo de dinero, drogas y armas, el poder y la supervivencia son el fin que justifica los medios. Sin dar lecciones morales ni pretender posicionarse, esta ficción se adentra en la oscuridad de unas vidas esclavas de sí mismas y sin posibilidad de redención. También con esta intención se plasman la violencia y la tiranía en unas escenas dolientes y explícitas.

En su parte más audiovisual, las escenas se suceden con ritmo aceptable y la filmación no se aleja del canon europeo. Los actores convencen en sus papeles y los personajes en su definición. Sin embargo, para este producto su doblaje al español supone, sin duda, una gran pérdida de identidad, ya que pasan desapercibidas la dureza del idioma (napolitano) y la veracidad de sus diálogos.

Esta serie es una buena oferta para el público adulto, que esté acostumbrado a obras de nuestro continente y que sepa prescindir, al menos durante 55 minutos, de cualquier principio moral.

Firma: Mar Pons