La peor bruja

Por fin, una serie adecuada para un público que encuentra muy poca oferta en la pequeña pantalla. Humilde en su presupuesto, pero digna en su puesta en escena y rica en buenas intenciones.

Jill Murphy comenzó a escribir los libros de La peor bruja en 1974, es decir, más de veinte años antes de que J.K. Rowling disparara a su Harry Potter al mundo literario y audiovisual. Desde entonces, ha tenido varias versiones tanto en cine como en televisión hasta llegar a esta que ahora se estrena impulsada por el incombustible éxito de Potter y su larga estela.

La serie actual es una coproducción anglo-alemana realizada con pocos medios pero con muy buena intención. Tanto los efectos especiales como toda la planificación artística resultan muy pobres y dan cierta sensación de proyecto amateur, además de cargar con el injusto y falso lastre de parecer una copia de las historias de Rowling.

Dicho esto, hay que remarcar que La peor bruja es un producto digno, entretenido y muy adecuado para el público infantil, especialmente para niñas entre 7 y 12 años. Los personajes, a pesar de tener poderes mágicos, no dejan de ser niñas en el día a día de un colegio por lo que una parte del público puede sentirse identificada con ellos.

Es de agradecer que, además, en las distintas aventuras de cada capítulo, se resaltan una serie de valores, en especial la amistad y la verdad. Sin moralinas ni sermones, al hilo de las tramas, queda claro que la verdadera amistad no puede ser por interés ni para abusar de los demás ni para empeorar, sino para ayudarse a ser mejor cada día. Se apuesta siempre por la verdad y la sinceridad y, aunque las trampas forman parte de la vida del colegio, reconocerlas y cargar con las consecuencias es la conclusión habitual en los capítulos. Surge también de manera natural que el liderazgo consiste en buscar el bien de los demás y que es necesaria la exigencia en la educación pero siempre dando segundas oportunidades y respetando las diferencias de cada uno.

La combinación de entretenimiento y valores educativos hace de La peor bruja una muy buena opción para el ocio televisivo infantil.

Firma: Esther Rodríguez