Revenge

Como ya anuncia el elocuente título, la serie narra la trabajada venganza de una mujer que, en su niñez, vio su vida truncada por un engaño y una injusticia. En el guión se reconoce el claro paralelismo con la novela de Alejandro Dumas, El conde de Montecristo. Pero los tiempos han cambiado y ahora una mujer guapa y elegante toma el relevo al maltratado conde del siglo XIX. Mike Kelley (Boston legal), su director, sabe desenvolverse con elegancia en el ambiente de lujo del que se reviste la serie, donde las apariencias son más valiosas que la propia felicidad.

La fotografía, a cargo de Chris Manley, contribuye enormemente a fabricar ese entorno onírico, materialista y destructivo en el que se manejan unos protagonistas anclados en los dos extremos de la ficticia sociedad construida para la pequeña pantalla. Los malos, ricos y poderosos, sufrirán la vendetta de los buenos, pobres víctimas de un sistema cruel.

Ni qué decir tiene que los sentimientos, afectos y todas las reacciones fisiológicas “inevitables” sirven como pretexto para justificar cualquier acción moralmente reprobable.

No obstante, cabe afirmar que el producto atrae por muchos motivos: por su fastuosa ambientación, por su maravillosa recreación en los excesos, por sus personajes atormentados y por ese componente de culebrón que, a pesar del maquillaje, se convierte en la base de esta ficción. Revenge utiliza las miserias humanas como ingrediente vital para producir un espacio que carecería de sentido si la protagonista poseyera la grandeza del perdón.

Firma: Mar Pons