
Una propuesta perturbadora donde la depravación, la falta de límites y de moralidad se instalan en las frías montañas de Polonia. Demasiado oscura y transigente para que se pueda disfrutar con tranquilidad.
Una propuesta perturbadora donde la depravación, la falta de límites y de moralidad se instalan en las frías montañas de Polonia. Demasiado oscura y transigente para que se pueda disfrutar con tranquilidad.
Segunda parte de la superproducción francesa a la altura del clásico de Dumas. Cine de aventuras con escenas de acción a ritmo vertiginoso y personajes carismáticos. El entretenimiento perfecto para una audiencia variada.
Una segunda entrega que supera las expectativas. Los guionistas aprovechan los puntos fuertes de la serie y los exprimen al máximo.
Menos atractiva que su predecesora, esta segunda entrega sigue ofreciendo el lado más humano de un drama sobrevenido.
Después de ‘Barbacoa de amigos’, Eric Lavaine nos presenta la secuela ‘¡Felices 50!’. La película recupera al mismo reparto y sigue la misma línea convencional que la anterior, sin nada sorprendente que ofrecer.
Terror en su estado más puro y básico. No vale la pena adentrarse en el guion ni en la historia de sus personajes, sino tan solo asistir a una masacre si somos fans del género.
La película dirigida por Ofir Raul Graizer resulta desastrosa en su composición, ya que ninguno de sus elementos logra destacar ni contribuir de manera positiva al proyecto en su conjunto.
Con un guion vago y un antipático protagonista, este thriller acaba cayendo en una superficial crítica a la corrupción destapada con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Además, sucumbe y se regodea en varias escenas de excesos.
Un frío simulacro de biopic sobre la filósofa y poetisa Ingebor Bachman. Un esbozo inconexo y, por momentos, inverosímil que ni una desapegada Vicky Krieps es capaz de levantar.
Lo único que se sostiene en esta película son las actuaciones de las caras más conocidas del reparto. El resto: escenas de acción y violencia gratuita en una historia que transmite una idea errónea y nociva de lo que es la justicia.