
Los tres minutos iniciales son suficientes para saber lo que esta película nos ofrecerá durante dos horas y veinte minutos: sangre, sangre, sangre y un guion y personajes nada trabajados.
Los tres minutos iniciales son suficientes para saber lo que esta película nos ofrecerá durante dos horas y veinte minutos: sangre, sangre, sangre y un guion y personajes nada trabajados.
Como premisa, el relato de dos hermanos parecía prometedor. En su ejecución, resulta melodramático, afectado y tan chocante que lleva a la audiencia a cuestionarse cuál era el objetivo del largometraje.
La ley de Lidia Poët pierde su frescura al adentrarse en los barrizales del entretenimiento básico, rudimentario y llamativo.
La reunión de varias mujeres maltratadas de una comunidad religiosa da lugar a un discurso evidente por momentos que invita a reflexionar. Además, cuenta con un elenco estelar y una fotografía muy cuidada.
Ruben Östlund articula una crítica muy divertida sobre la alta esfera social y el capitalismo extremo. Aun con escenas acertadas, el film resulta grotesco e irregular por momentos, lo que puede desalentar a cierto público.
Corea del Sur sigue ganando terreno en producciones de acción dominadas por el género gore. En esa línea, esta película supera los límites de la violencia gráfica pues ni Tarantino muestra tal brutalidad y sadismo.
Esta coproducción entre España y México es una divertida comedia con un choque cultural interesante. Cuenta con momentos divertidos y un mensaje repetitivo sobre la tolerancia pero, en general, es un film irregular y predecible.
Un gran juego de rol con un contenido solo apto para mayores de edad.
Una triste manipulación de la discapacidad intelectual. Fácil es el ejemplo de una sociedad que quiere que todos seamos iguales y hagamos las mismas cosas.
Absorbente historia de investigaciones policiales plagadas de conflictos personales. Una carismática protagonista con una intensa historia que contar.