
El debut de Itsaso Arana en la dirección de largometrajes es un cuento de verano que por momentos parece chocante, pero goza de una fascinante puesta en escena y diálogos variados sobre diferentes materias.
El debut de Itsaso Arana en la dirección de largometrajes es un cuento de verano que por momentos parece chocante, pero goza de una fascinante puesta en escena y diálogos variados sobre diferentes materias.
La cinta transcurre con un minimalismo y una lentitud sofocante. Además, no produce ningún estímulo debido a la completa falta de acción. Lo mejor, sin duda, la doble interpretación de Tilda Swinton.
Con una actriz maravillosa y una exposición sincera de la complejidad de la vida, la película pierde fuerza a medida que avanza. Aunque el inicio es realmente sugerente, la cinta se acaba repitiendo demasiado.
La ópera prima de Charlotte Wells es un relato íntimo y sincero en el que el público se sumerge entre los dos protagonistas. Sin embargo, no acaba de ser redondo debido a alguna trampa artificial.
Stéphane Brizé se supera en este título con un gran guion y unas interpretaciones fascinantes. Esta historia, de la que es difícil sentirse ajeno, cautivará al espectador en poco más de hora y media.
La película de Joachim Trier es tan impulsiva como su protagonista. Entre cambios de escena, secuencias de sexo y personajes atolondrados, retrata con ligereza la confusión que sufre toda una generación de jóvenes.
Con excesiva longitud y con maestría en no pocos pasajes, el film de Hamaguchi habla con sugerencia de las heridas personales. La metáfora del coche y de la obra de teatro completan la fuerza de su trama.
Liliana Torres se encarga de principio a fin de una película sobre el desamor con mucha prosa y poca poesía, con cine dentro del cine y con una gran dosis de realidad brutalmente ficticia.