
El film de Céline Rouzet es un drama adolescente y una fantasía de vampiros que no acaba de tener un norte claro. Cuenta con una fascinante puesta en escena pero el conjunto queda irregular.
El film de Céline Rouzet es un drama adolescente y una fantasía de vampiros que no acaba de tener un norte claro. Cuenta con una fascinante puesta en escena pero el conjunto queda irregular.
Una propuesta estival cuya extrema corrección y sus puntuales desaciertos son encauzados por la construcción minuciosa de los dos protagonistas, interpretados respetuosamente por Céleste Brunnquell y Quentin Dolmaire.
Un thriller en el que el manejo de la tensión inicial acaba cayendo en detrimento, al igual que el valor mismo de la familia. Pese a las buenas interpretaciones del reparto, estas no consiguen frenar el descontrol del guion.