
Rithy Panh vuelve a retratar el conflicto de Camboya en un film visualmente atractivo. Su película es la representación de un genocidio silenciado, hecho de figuritas de arcilla y capas de mentiras.
Rithy Panh vuelve a retratar el conflicto de Camboya en un film visualmente atractivo. Su película es la representación de un genocidio silenciado, hecho de figuritas de arcilla y capas de mentiras.
El extenuante día a día de una madre de familia trabajadora y en una frágil situación personal, laboral y social se convierte, de la mano de Gravel, en un relato trepidante y que invita a pensar.
Una miniserie de cuatro capítulos que genera pura adrenalina entre homicidios, drogas, maltrato, mentiras, sospechas y despechos. Va al grano y no se alarga en el tiempo