
Una joya, una sorpresa; un documental que sorprende por el descubrimiento de cómo el cine fue el instrumento que usó el horror nazi para preparar y ejecutar su diabólica maquinaria.
Una joya, una sorpresa; un documental que sorprende por el descubrimiento de cómo el cine fue el instrumento que usó el horror nazi para preparar y ejecutar su diabólica maquinaria.
Producción apocalíptica danesa donde la lluvia infecta todo lo que toca. Un virus que parece afectar también al guión, inconsistente y fluctuante.
Adaptación de la novela homónima de Eva García Sáenz de Urturi, un thriller de asesinatos, misterio y erotismo. El enorme esfuerzo de producción se ve lastrado por un guión lleno de saltos en el que las tramas y los personajes no acaban de encajar.
Singular tragicomedia, en cuatro capítulos, que persigue los sueños de un perdedor “de manual”. Con más profundidad de la que aparenta gracias al humor, Matar al padre retrata un drama familiar muy concreto.
Apunta alto pero se queda a medio camino. No solo por la falta de rigor histórico, sino por un guión irregular y aspectos técnicos que no están a la altura de lo esperado.
Previsible y falta de emoción. La verdad es un falso misterio, un falso suspense y un falso thriller. Son otros tiempos y hay que espabilar.
Una película de terror y horror que apuesta, desde una arranque nada verosímil, por una cadena de exageraciones y violencia sin control. Buena realización y buena interpretación de la protagonista.
Engañosa ficción (abanderada del feminismo) que muestra solo una versión y que aprovecha los temas “de moda” para atraer nuestra atención.
Un título que (increíblemente) ha encandilado a jóvenes y no tan jóvenes. Misterio, secretos, sexo, caras bonitas y poco esfuerzo de guión.
Wang Xiaoshuai quiere explicar en 185 minutos unos 30 años de la historia de las personas de su país. Con momentos bien hallados y otros que abundan en el letargo, la película se dirige a un espectador concienciado.