
El film parece un remake de La Bella y la Bestia en versión anime moderno. Sin embargo, la historia se presenta como un viaje emocional por los traumas de un personaje sensible hacia un proceso de desarrollo personal.
El film parece un remake de La Bella y la Bestia en versión anime moderno. Sin embargo, la historia se presenta como un viaje emocional por los traumas de un personaje sensible hacia un proceso de desarrollo personal.
Con pasajes confusos por la profusión de nombres y detalles, esta apuesta por el cine de espías autóctono ofrece una trama entretenida y un Luis Tosar, como siempre, líder en llevar la carga dramática.
Farhadi elabora un relato, de nuevo brillante, donde anhelos personales y retratos sociales se mezclan con habilidad, drama y belleza. Su cámara domina el espacio y los rostros, así como invita a la reflexión moral.
La obra de Balzac llega a la gran pantalla con magníficas interpretaciones y decorados pero interrumpida por escenas de sexo y algo de desesperanza. Aún así, es ágil, divertida y propone una reflexión bastante actual.
Una comedia perspicaz y divertida, con una estética y unos recursos teatrales, suponen una apuesta con gran personalidad, original y valiente, que se disfruta, aunque no termina de funcionar en su conjunto.
Aunque parece original, Prisioneros de Ghostland no es más que una vuelta de tuerca a varios géneros conocidos sin lógica en su guion. Algunos aciertos visuales alegran al espectador, pero acaban sin conducir a nada.
Cocina, historia y otros elementos que dinamizan el relato componen un film que ficciona, en gran parte, la apertura del primer restaurante. Bien rodado e interpretado, es un entretenimiento completo.
La secuela de Eric Lavaine es una historia simpática con actuaciones naturales y una buena puesta en escena. Es un largometraje sencillo, que no aporta nada nuevo, pero tiene pinceladas de humor originales y divertidas.
Claudio Cupellini rueda con pulso un ensayo convincente acerca del amor y las relaciones paterno-filiales. A pesar de que se trata de un relato atroz, el espectador encuentra atisbos de esperanza.
El accidente que vivió la familia Bloom y les obligó a cambiar de estilo de vida conforma una película inspiradora y amable. Tiene buen ritmo, escenas magnéticas, grandes interpretaciones y una fotografía pintoresca.