
Tarantino regresa con una película larga, de ritmo más pausado y tono más comedido de lo habitual, pero sin abandonar sus señas de identidad y su pasión por el cine y lo que representa.
Tarantino regresa con una película larga, de ritmo más pausado y tono más comedido de lo habitual, pero sin abandonar sus señas de identidad y su pasión por el cine y lo que representa.
No es la convivencia veraniega la que hace saltar a las familias por los aires; es que el bozal de la rutina queda aparcado junto a la piscina.
Ludivine Sagnier, José García y Jean-Paul Rouve protagonizan una película pausada en sus formas pero profunda en sus contenidos, que nos habla sobre la madurez adulta y la búsqueda personal a través de tres hermanos.
Ni Christian Clavier ni Mathilde Seigner evitan que la sarta de chistes malos y de diversos colores acabe en la no risa en esta comedia de verano. Arnaud Lemort maneja los tópicos sin gracia.
Hugo Gélin afrancesa con gusto y acierto el patrón clásico de la comedia romántica. Su toque de fantasía y su escenario físicamente idílico pero sentimentalmente en tensión resultan eficaces.
En su segundo largometraje, el director Martín Rosete (Money) trae una historia con demasiadas semejanzas al Diario de Noa: un relato tierno sobre el primer amor y la familia.
Entretenida comedia familiar para el verano, en la que Santiago Segura interpreta a un marido-cuñado que desencadena divertidas y locas situaciones al quedarse solo a cargo de sus cinco hijos.
El debut de Patrick Cassir en una comedia alocada de verano, pareja, viaje y contrastes culturales resulta bastante fallido: no hay originalidad en el humor y abunda en un tono algo grotesco.
La actriz Olivia Wilde debuta en la dirección con una comedia (nada graciosa), gamberra y tan inundada de estupideces que ahoga, incluso, todos los mensajes de corta y pega que pretende vender.
Una comedia en la que una aparente búsqueda de la libertad hace peligrar una relación de 35 años. Unas buenas interpretaciones de los actores en un film con poco fondo moral.