
Puede ser el exceso de sensibilidad o la falta de profundidad, incluso el esperado pero ausente humor (que llega solo en un par de ocasiones) o la música, puntual e irritablemente previsible, lo que impide que Joy llegue donde pretende.
Puede ser el exceso de sensibilidad o la falta de profundidad, incluso el esperado pero ausente humor (que llega solo en un par de ocasiones) o la música, puntual e irritablemente previsible, lo que impide que Joy llegue donde pretende.
El conjunto de teorizaciones es más intelectual de lo que parece y más inclinado hacia uno de los dos polos: sencillez-pedantería, peluquera de pueblo-filósofo parisino.
Aunque la actriz protagonista, cantante en la vida real, brinda una buena interpretación dentro de las exigencias del guión –a veces ridículas–, conforma un personaje infantil (para quitar drama a lo que es un caso insólito) y eso desentona con el clima y la profundidad que se esperan de la película.
Dylan, un niño de once años, vive con su padre en Australia. Este último no supera la pérdida de su esposa, por lo que es […]
Steve Jobs está a punto de lanzar el Macintosh en 1984. Minutos antes de entrar en el escenario se suceden una serie de encuentros, en […]
Un escritor ganador del Pulitzer se encarga de criar en solitario a su hija Katie, tras la muerte de su esposa en un dramático accidente. […]
Una ópera prima de la galardonada Lucie Borletau que nos conduce por un camino desbocado y contradictorio.
Una inmersión basada en hechos reales donde la técnica no es capaz de encubrir un desarrollo lento y una pretensión de ser algo que no consigue llegar a ser.
Un planteamiento aparentemente más que correcto, acaba perdiendo calidad con el avance de la trama. En ella, la violencia se trata al detalle y el dúo de actores protagonistas se siente perdido.
Una adaptación insulsa que flojea en la mayor parte de sus elementos, con actores que no sobresalen y un guion desarreglado.