Suzume mantiene la magia y el preciosismo de las propuestas de Makoto Shinkai. En un Japón en proceso de reconstrucción, el director expone temas como el dolor, el miedo, la ecología o la comunicación.
Marca de vida es una propuesta con mucha luz, tanto en sus escenarios, como en su trama o en sus personajes. Es una historia sobre una adopción que resulta en una oda a la vida y a las familias.
Como si su título fuera una premonición, esta película es un producto fallido que reúne una ambientación de fiesta nocturna, un romance pueril obsesivo y un elenco que atrae a su público objetivo.
Aunque el largometraje de Nicolas Vanier contaba con una serie de elementos sugestivos, el conjunto general resulta aburrido por los numerosos clichés y el humor poco elaborado de las conversaciones.
Si todas las puertas se cierran podría haber sido una maravillosa biografía sobre Antonia María de Oviedo, pero mezcla subtramas que la alargan innecesariamente. Aun así, despierta interés por su personaje.
El éxito de Super Mario Bros es lograr llegar a una audiencia bastante amplia gracias a su tono, su humor y su animación. Es una adaptación fiel de los videojuegos en una aventura interesante por sí misma.
Air combina humor, ritmo ágil, una puesta en escena nostálgica y un elenco brillante para contar, de la mejor manera, cómo Nike apostó por el novato Michael Jordan. Resulta así un perfecto entretenimiento.
De Caperucita a loba es una disparatada comedia que retrata situaciones humillantes que se viven en las relaciones amorosas para enseñar a reírse de uno mismo. Sin embargo, en su conjunto, no acaba de funcionar.
Chris Pine lidera con muchos toques cómicos un grupo de personajes algo estrambóticos. Todos ellos se sumergen en una divertida aventura con grandes efectos visuales y combates satisfactorios.
Olivia Colman es una perfecta protagonista de esta historia que destaca por su fotografía. Sin embargo, pretende mezclar superficialmente tantas ideas diferentes que no llega a ser una película cohesionada y espectacular.