
Olivia Newman dirige una historia bastante equilibrada sobre volver a la esencia de la vida natural, donde no tienen cabida los constructos sociales como la propiedad, las instituciones… o un crimen.
Olivia Newman dirige una historia bastante equilibrada sobre volver a la esencia de la vida natural, donde no tienen cabida los constructos sociales como la propiedad, las instituciones… o un crimen.
Moonage Daydream rinde homenaje a David Bowie. El documental consigue captar la estética y la personalidad del artista mediante secuencias originales dinámicas que, sin duda, no decepcionarán a sus seguidores.
Con un punto de partida cautivador, el film se descalabra en un guion que descuida a sus personajes. Ni siquiera la veterana Juliette Binoche consigue salvar esta historia desnortada.
Ana de Armas interpreta a una Marilyn Monroe que se intenta abrir paso en un Hollywood emergente. Blonde es una película densa, con una dirección experimental y cuestionable en algunos segmentos.
The innocents propone la inquietante idea de que la inocencia de los niños puede ser una fachada. El elenco realiza un buen trabajo, pero el fallo del guion y las constantes escenas desagradables no acaban de funcionar.
Arantza Santesteban relata su experiencia en prisión con una visión fría y apenas sin sentimiento. La lentitud y la falta de emoción quitan toda epicidad que pueda surgir de cualquier relato carcelario.
Pretende ser un relato sobre el abandono del nido y el paso a la madurez, pero se queda en una exploración ansiosa de la sexualidad, con actuaciones planas y que no resuelve ninguno de los interrogantes que plantea.
Viggo Mortensen vuelve a trabajar bajo la dirección de David Cronenberg en un thriller oscuro e inquietante. Aunque plantea varias ideas, no las desarrolla y el resultado es únicamente un experimento visual.
Alberto Rodríguez dirige un drama carcelario con una primera parte muy eficaz. Los actores protagonistas hacen un buen trabajo pero el film se va deshinchando y se estira lo suficiente como para parecer largo.
Esta reinterpretación de Dorothy se queda en una especie de experimento de instagram en el que se valora más la estética para la foto que la historia que hay detrás. Es una cinta con muchos colores y poco que decir.