
Estructurada en capítulos, esta cinta se pierde en el melodrama de su romance fatalista y no llega a ser el film noir que parecía. A pesar de ello, cuenta con un buen reparto y una ambientación cuidada y elegante.
Estructurada en capítulos, esta cinta se pierde en el melodrama de su romance fatalista y no llega a ser el film noir que parecía. A pesar de ello, cuenta con un buen reparto y una ambientación cuidada y elegante.
La ópera prima de Michael Sarnoski no es la película de venganza que puede parecer. Al contrario, sorprende por su seriedad, su emotividad y la profundidad del tema que refleja. Nicolas Cage despunta con su actuación.
El documental logra resquebrajar la imagen construida por la prensa del grupo A-ha. Su montaje es agradable, creativo y consigue captar la atención de todo aquel mínimamente interesado en la banda.
Josiane Balasko y Didier Bourdon protagonizan una comedia agradable con una buena historia y algunas reflexiones. No destaca entre sus semejantes pero ameniza un buen rato a los que no busquen más que sonreír un poco.
Benedict Cumberbatch deslumbra con una de sus mejores actuaciones en un film sobre la inspiradora vida de Louis Wain. Con un estilo visual fascinante, la historia reflexiona sobre la capacidad de mirar y captar la belleza.
Ángeles González Sinde dirige otro relato sobre el terrorismo de ETA con unas buenas interpretaciones de sus dos protagonistas. No obstante, las actuaciones secundarias y el desequilibrio de guion hacen desmerecer el conjunto.
Una feel-good movie que desborda simpatía y nos recuerda el valor de la amistad y la convivencia, endulzado por unos paisajes naturales apabullantes. Su metraje escueto y un guion sencillo la convierten en una grata apuesta para ver en familia.
Entre cuchillos, carnes se suceden las ideas y venidas amorosas y profesionales de los protagonistas. Una comedia francesa muy ligera, bien adornada y con las carencias de un guion que confía en los tópicos.
La cinta no pretende ser una biografía rigurosa sobre Céline Dion sino un homenaje. Por ello, aunque es extravagante por momentos, conforma una trama amable, cargada de cariño, con una escenografía fascinante.
La ópera prima de James Ashcroft es un thriller efectivo, con interpretaciones magistrales, que consigue hacer pasar un mal rato. Ambientado en parajes idílicos de Nueva Zelanda, aborda más contenido moral del que parece.