
Un drama romántico que abunda en el retrato de una sociedad racista de manera directa. Barry Jenkins no abandona la parsimonia contemplativa de su Moonlight que, como entonces, da paso a demasiados pasajes reiterativos.
Un drama romántico que abunda en el retrato de una sociedad racista de manera directa. Barry Jenkins no abandona la parsimonia contemplativa de su Moonlight que, como entonces, da paso a demasiados pasajes reiterativos.
Segunda entrega de esta especie de continuidad de la saga Rocky. Con nostalgia y referencias desde el minuto uno, la película es un regalo para los fans sin excluir a nuevos espectadores.
Jason Reitman dirige una pieza bien ejecutada, narrada y actuada que arroja la eterna duda sobre los límites entre la privacidad y la política, aunque su fundamento es una historia de infidelidad.
Estos 100 minutos muestran el corto, aunque interesante, episodio del cambio de coronas francesas y españolas. Pero lo hacen sin centrarse en el tema histórico sino en su faceta más íntima y personal.
Mediante flashbacks recorreremos la historia de este joven libanés para entender cómo ha llegado a la situación de haber denunciado a sus padres. Labaki rueda una película sin puesta en escena en la que no reserva esfuerzo para presentar una trama triste y dolorosa.
Una trágica historia que cautiva por el relato que cuenta y las brillantes interpretaciones.
Un road trip basado en la íntegra amistad de dos personas. Este drama con tintes cómicos es fino, gracioso y sutil (salvando las imágenes iniciales).
Una película de la directora polaca Malgorzata Szumowska que arranca con un tema prometedor, pero que acaba en un desarrollo anecdótico y contradictorio.
Randau recrea los días previos a la muerte de Ötzi, el hombre hallado en estado momificado en los Alpes en 1991. El film aprovecha los recursos técnicos y la naturaleza que le envuelve para sacar partido a una trama de venganza.
Fantásticamente acompañado por Casey Affleck, Sissy Spacek y Tom Waits en su última película como actor, Robert Redford encarna al histórico Forrest Tucker, un ladrón de bancos de poca monta que en su vejez siguió ejerciendo su ilegal vocación.