
El visionario director de El Padrino, regresa con una obra irregular, pero brillante en su punto de partida y en su factura visual. Pese a que muchos aspectos se le van de la mano, encandila por otros tantos.
El visionario director de El Padrino, regresa con una obra irregular, pero brillante en su punto de partida y en su factura visual. Pese a que muchos aspectos se le van de la mano, encandila por otros tantos.
Centrada en un momento concreto de la vida de Enzo Ferrari, la película mezcla el mundo de las carreras con el drama familiar. El carácter insulso de este se reaviva con la adrenalina de los motores encendidos.
Ruido de fondo tiene una atmósfera intrigante y genera la constante sensación de que algo no acaba de encajar. Es un drama con toques de humor, pinceladas de terror y grandes actuaciones del reparto.
El paseo por la historia reciente de la familia Gucci y su marca de moda de lujo se convierte también en un llamativo recorrido por numerosas pasiones del ser humano. Scott dirige con buen pulso a un sólido elenco.
Dos horas y media, un gran elenco y un gran equipo de guionistas, además del sello Scott, son los ingredientes de un drama cargado de violencia y con mensaje, pero algo acomodado en un esquema simple.
Noah Baumbach se acerca con lupa al drama de una separación. Su modelo de puesta en escena y de guion es fresco, aunque su relato sea punzante y logre no solo unas excelentes interpretaciones sino un retrato intenso.
Actores ilusionados, calidad técnica y una partitura insuperable para el final de la saga de La Guerra de las Galaxias, que ofrece una trama más sencilla, momentos nostálgicos y otros novedosos aunque inverosímiles.
Jim Jarmusch sella una película que bascula entre la parodia, la revisión y la meta reflexión sobre el cine de zombies y la sociedad actual. No funciona al completo, pero contiene elementos y pasajes que permiten destacar su idiosincrasia.
Adam Driver y John David Washington protagonizan una poderosa película que evoca una sincera reflexión sobre las discriminaciones raciales.
Terry Gilliam retorna con un proyeto personal donde emplea a fondo, aunque confusamente, el clásico cervantino. Los aciertos no compensan