
La saga de terror que arrancó a finales de los 70 retorna con sus dos estrellas: Jamie Lee Curtis y el enmascarado Michael Myers. El resultado no dista mucho de la reiteración violenta y absurda de las predecesoras.
La saga de terror que arrancó a finales de los 70 retorna con sus dos estrellas: Jamie Lee Curtis y el enmascarado Michael Myers. El resultado no dista mucho de la reiteración violenta y absurda de las predecesoras.
El nuevo tándem Bardem-León de Aranoa revela una comedia dramática de contenido moral, aunque de paisaje muy pesimista. El guion brilla especialmente, del mismo modo que gran parte del elenco.
La película muestra con realismo lo que se cuece en la industria del cine porno de Los Ángeles. Su tono directo resta protagonismo y sutileza a los matices humanos que se intuyen en algunos pasajes.
Pedro Almodóvar repite, una vez más, con Penélope Cruz para explicar un relato donde la maternidad, el error y la mentira se mezclan, con desigual resultado y efecto, con lo político y lo histórico.
La relación entre un adolescente problemático y un anciano y antiguo cowboy se convierte en una propuesta de revisión y homenaje al cine americano, vinculado al espacio, y a la propia trayectoria de Eastwood.
La mezcla de géneros configura una película larga (y a ratos descompensada y rígida), pero bastante completa de la vida de una de las mejores voces de la historia: la de la cantante y compositora Aretha Franklin.
La adaptación de algunos acontecimientos de la historia reciente al hilo de las víctimas de ETA resulta en un largometraje que hace equilibrios, rueda con fuerza visual y cuenta con un sólido elenco.
Marqués adapta uno de sus cortometrajes para hacer una sátira social sobre las desventuras del paro en nuestro país. Aunque demasiado largo para ser una película, y no un sketch, hará reír y sonreír.
El director, guionista y actor Justin Chon lidera un film de denuncia social, justificado y con buenas intenciones. No obstante, el tono demasiado melodramático aleja al espectador que no quiera excesos.
El segundo largometraje de Lara Izagirre cohesiona muy bien un argumento medido, un elenco verosímil y lleno de naturalidad, una fotografía y dirección artística eficaces y un final bien cerrado.