
Rithy Panh vuelve a retratar el conflicto de Camboya en un film visualmente atractivo. Su película es la representación de un genocidio silenciado, hecho de figuritas de arcilla y capas de mentiras.
Rithy Panh vuelve a retratar el conflicto de Camboya en un film visualmente atractivo. Su película es la representación de un genocidio silenciado, hecho de figuritas de arcilla y capas de mentiras.
Al otro barrio es una comedia sin más pretensiones que la de hacer disfrutar a la audiencia durante el visionado. Con su objetivo cumplido, deja una historia convencional y divertida.
Robert Zemeckis firma una propuesta arriesgada e innovadora en la que una cámara fija observa el paso de miles de años. El concepto del film es fascinante y su trabajo estético digno de admiración.
El film de Céline Rouzet es un drama adolescente y una fantasía de vampiros que no acaba de tener un norte claro. Cuenta con una fascinante puesta en escena pero el conjunto queda irregular.
Alberto Utrera presenta una cinta muy arriesgada tanto en su despliegue visual como en la mezcla de géneros y tonos. Con todo, logra una propuesta criminal atractiva y con humor que hace disfrutar.
Ladrones de tesoros, expertos en antigüedades, leyendas y poderosos hombres de oscuros negocios se encuentran en estas aventuras a lo “Indiana Jones”
Hans Steinbichler adapta la novela de Robert Seethaler en una película tranquila y bella que permite deleitarse. Gran parte del éxito de esta historia reflexiva se debe al trabajo del protagonista Stefan Gorski.
Una ficción de personajes que chapotean en la charca del dinero fácil y la corrupción. La honradez y la justicia enfrentadas al poder y al sistema establecido.
La magistral fotografía de Borgo, el elenco entregado, el ritmo medido y la dirección sólida de Stéphane Demoustier logran que el público sea absorbido por este drama carcelario y se le pase la película en un suspiro.
El film de Olivier Assayas es una revisión de su pasado que invita a la contemplación. No obstante, el resultado es poco cinematográfico ya que lo confía todo al diálogo (y monólogo) y poco a la imagen con mensaje.