
Edgar Wright sigue en su misma línea con un largometraje marcadamente estético, explosivo y cuidado. Aunque su trama es más convencional, las actuaciones y la banda sonora resultan insuperables.
Edgar Wright sigue en su misma línea con un largometraje marcadamente estético, explosivo y cuidado. Aunque su trama es más convencional, las actuaciones y la banda sonora resultan insuperables.
En su primer largometraje, S.K. Dale nos presenta un violento thriller, con Meghan Fox liderando en la interpretación, que sumerge al espectador en una relación de abuso retorcida y llevada al extremo.
Jaume Balagueró, director de la saga REC, deja a un lado el género de terror para pasarse a la acción con Way down, un film muy Ocean’s eleven a la española, ambientado en el Mundial de futbol de Sudáfrica del 2010.
Aunque cuenta una crónica imaginable, esta propuesta es un thriller interesante que promete emoción. En especial, destacan las actuaciones y una ambientación que envuelve al espectador en un drama de 1982.
Esta deslumbrante adaptación en la gran pantalla de unos hechos reales sucedidos durante la Guerra Fría es, a nivel fotográfico y gracias a su reparto, emocionante, oscura e impactante.
Marcos Ruiz, Begoña Vargas y Chechu Salgado protagonizan una historia de transición con acción, humor y suspense. Su buen hacer logra conmocionar al público con un relato que difumina la frontera entre el bien y el mal.
El cierre de Daniel Craig en la saga de James Bond es magistral. Con la misma acción y elegancia de siempre, esta última entrega descubre una versión más personal del agente, cuenta con sorpresas y resulta conmovedora.
La relación entre un adolescente problemático y un anciano y antiguo cowboy se convierte en una propuesta de revisión y homenaje al cine americano, vinculado al espacio, y a la propia trayectoria de Eastwood.
La secuela que dirige Rodo Sayagues es menos efectiva que la original debido a una falta de trabajo en el guion. Cuenta con diálogos postizos, escenas inverosímiles (forzadas para ser convenientes) y una cantidad exagerada de sangre.
El segundo trabajo de Claudia Pinto trata, con poco éxito, un asunto delicado. Aunque las actuaciones y la fotografía son correctas, los silencios, la excesiva tranquilidad y los giros argumentales componen un resultado irregular.